jueves, 10 de junio de 2010

MURALES REPRESENTATIVOS DE LA CCE, NÚCLEO DE IMBABURA

IBARRA: IMÁGENES PERDURABLES

Las imágenes que se construyen de una ciudad son perdurables. Así lo creían a finales del siglo XIX quienes realizaban fotografías panorámicas de las urbes: Era una manera de perpetuar la memoria para los tiempos futuros. Con ese concepto Juan Carlos Morales fotografía a Ibarra


En este mural, por ejemplo; está la Iglesia Santo Domingo, en una panorámica de 180 grados que muestra el esplendor de los templos religiosos, consta, además, un desfile por la emblemática calle Bolívar, desde un balcón de la casa de la ibarreñidad; una toma de el Obelisco, con velocidad lenta y en tarde de lluvia; una instantánea de las cúpulas de la Iglesia de la Merced y una fotografía aérea del tradicional parque Pedro Moncayo. En definitiva el secreto de la fotografía: imágenes que siempre están allí pero esperan de un ojo adiestrado para develarlos

RETORNO A IBARRA

El Terremoto de Ibarra, ocurrido el 16 de agosto de 1868, fue dantesco. La bella villa, como la llamó Juan de Velasco, quedó reducida a escombros. De los 7000 habitantes que tenía, aproximadamente, 5000 perecieron (en la provincia murieron 20000). 550 sobrevivientes acamparon durante cuatro penosos años en Santa María de la Esperanza, hasta que -con la tenacidad de Gabriel García Moreno- decidieron refundar su amada ciudad.



El mural del artista José Villarreal, entonces, es una apuesta y una celebración a la vida, representada por las figuras que levantan a un recien nacido. Está el paisaje, la mítica esquina del coco y el instante eterno del Retorno, que incluye brazos anónimos porque la historia la construyeron todos. La sombología de los bueyes y el arado, siguiendo la tradición etrusca, es ese dominio humano sobre la tierra y lo que esta devuelve tras el sacrificio, por eso, además, un infante -subido en el carromato- lleva consigo también a las deidades. Pero volver de las cenizas significa también reconocer ese pasado caranqui, incluso anterior a la fundación de 1606, que está enlazado con el futuro.


YAHUARCOCHA Y LOS CARANQUIS

Las deidades de los antiguos pueblos, como los Caranquis eran los montes tutelares como el Imbabura. Eran dioses dadores de agua y de vida, de allí que lagunas, vertientes, cascadas o ríos formaban parte del panteón andino, como un encuentro con la naturaleza.

Antes de la Fundación de Ibarra, 1606, durante más de 800 años, los habitantes de los llamados Señoríos Étnicos (caranquis, pastos, cayambis, quitus) comercializaban como hermanos en diversos pisos ecológicos, conocido ahora como micro-verticalidad, con un énfasis en la reciprocidad comunitaria hasta la llegada de los incas y conquistadores ibéricos.




El mural de Jorge Porras se aproxima a esa escena en torno a los peces, las montañas y el maíz, en la mítica laguna de Yahuarcocha donde -en manos de la expansión incásica- perecieron cerca de 20000 caranquis, quienes junto a sus aliados, defendieron su tierra en el siglo XVI.

SALA DE ARTE CONTEMPORÁNEO

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